Dentro de las intervenciones estéticas más discretas, pero de innegable efecto en mejorar el aspecto, se encuentra la mentoplastia. Veamos de qué se trata.
Donde la cara termina
La idea fundamental es cambiar la estructura del rostro y modificar el mentón. El sentido de este cambio es dar un aspecto más armonioso, tanto frontal como de perfil.
Cuando hablamos de modificar al mentón, es la genioplastia la que se encarga de agrandarlo. Esto se hace por medio de implantes, incluso en algunos casos utilizando el mismo hueso del paciente.
Por otra parte, la mentoplastia propiamente tal se enfoca en reducir el tamaño del mentón o redondearlo. Para conseguir este fin, el método más común es la osteotomía, es decir, pequeños cortes en el hueso para alterar su forma.
Tipos de procedimiento
Existen dos formas de realizar la mentoplastia.
La primera de ellas es la quirúrgica. En ella, los implantes pueden ser de silicona, polietileno, ADM o el mismo hueso del paciente. Para conseguirlo, se puede extraer, por ejemplo, de las costillas.
Se efectúa una pequeña incisión debajo del mentón o por dentro del labio inferior. Por supuesto, hay casos donde el cambio requerido es más drástico. En tal ocasión se puede cortar un segmento de la misma mandíbula. Luego, se puede adelantar o retrasar, para ser fijado con tornillos de titanio o alambres especiales.
Por supuesto, todos estos métodos se refieren al ámbito de la cirugía plástica. Situaciones más complejas donde lo que se busca es mejorar la dentadura requieren de una cirugía ortognática, un proceso bastante más exigente.
La segunda forma de realizar la mentoplastia es la no quirúrgica. Nos referimos a inyecciones de material de relleno. Se suele utilizar ácido hialurónico e hidroxiapatita. La mayoría de estos rellenos duran un tiempo que varía entre meses y años.
Cualquiera sea el camino a seguir, la mejor recomendación siempre es acercarse a Clinica Correa y ponerse bajo el consejo profesional. Luego, sonreír con un mentón así. No, no así. Más bonito aún.
