Existen diversos métodos para el procedimiento de liposucción. Entre ellos, la mayoría necesitan un periodo de descanso para alcanzar la recuperación definitiva. Sin embargo, la tecnología láser ha reducido estos plazos junto con minimizar el dolor. En este contexto, la lipólisis aparece como una respuesta breve y segura. En términos simples, se trata de eliminar la grasa derritiéndola.
Cómo funciona la lipólisis
Un láser con una longitud de onda especial, con alta selectividad para la grasa y mayor intensidad, es absorbida por los depósitos grasos. Así, la lipólisis consigue romper estos bancos de grasa. La energía láser se transforma en calor y las células grasas liberan su contenido líquido. Esto facilita su posterior extracción sin necesidad de grandes traumas mecánicos. Sólo se requiere succionar la grasa derretida, lo que provoca menos dolor, menos inflamación y menor tiempo de recuperación.
Además, la lipólisis entrega mejores resultados a la hora de definir la figura. Su efecto de calentamiento dérmico estimula el crecimiento de las fibras de colágeno. A su vez, el colágeno mejora la calidad de la piel y su capacidad de retracción. En palabras más simples, una piel menos laxa.
Más detalles
Para zonas pequeñas, la lipólisis puede realizarse con anestesia local. Sin embargo, al cubrir porciones mayores se recomienda todas las condiciones del quirófano.
En materia de recuperación, existen muchos factores que entran en juego. Cada especialista se encarga de determinar junto al paciente las condiciones propias de su situación. Entre ellos, la cantidad de grasa extraída y las zonas a tratar. A modo de estimación, se puede hablar de 1 a 3 horas. Este plazo es sin duda un avance comparado con los plazos de la liposucción convencional. En ella, se considera 3 a 4 días para el retorno a actividades laborales y 2 semanas para volver a la actividad física.
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